jueves, 15 de septiembre de 2011

Conceptos Marxistas sobre el Arte


1. Práctica , producción y actividad artística

a)    La práctica estética responde a la necesidad social de objetivar, materializándola en objetos sensibles (acciones, hechos o cosas), nuestra subjetividad, como modelo de afirmarnos como seres integrales (“con todos los sentidos”) en el mundo que nos rodea. Se trata de un tipo de producción, es decir una práctica transformadora de la realidad material, “dándole forma y sentido humanos”, incorporando en ella objetos que existan como tales por y para nosotros, modificándonos como sujetos en este proceso (1).


      b)    La satisfacción de esa necesidad es la “función social” específica del arte: la creación de objetos en los que la subjetividad humana se plasma, exterioriza y amplifica, adquiriendo una existencia objetiva propia. Es sólo satisfaciendo esa necesidad que lo estético cumple diversas “funciones”: lúdicas, técnicas, cognoscitivas, ideológicas, comunicativas, terapéuticas, educativas, decorativas, etc., sin agotarse en ninguna de ellas.


      c)    Las prácticas artísticas están condicionadas histórica y socialmente, pero este condicionamiento muestra una “relación desigual” respecto de la producción material, y la división del trabajo que de ella resulta. “El concepto de progreso no debe ser concebido de la manera abstracta habitual (…). En lo concerniente al arte, ya se sabe que ciertas épocas de florecimiento artístico no están de ninguna manera en relación directa con el desarrollo general de la sociedad”. Marx cita como ejemplo la épica griega, que solo pudo darse en su forma “clásica” antes del florecimiento de la sociedad griega, “en un estadio poco desarrollado”. (2). En general, “cuando se trata de examinar la conexión entre la producción intelectual y la producción material,  hay que tener cuidado, ante todo, de no concebir a esta como una categoría general, sino bajo una forma histórica determinada y concreta” (3).

d)    “Pero la dificultad no consiste en comprender que el arte griego y la epopeya estén ligados a ciertas formas del desarrollo social. La dificultad consiste en comprender que puedan aún proporcionarnos goces artísticos…”(4). Esta “vigencia” fuera de su época y sociedad muestra la relativa autonomía de lo artístico, que rebasa ese condicionamiento social. Como objetivación de sentimientos, emociones y aspiraciones de seres humanos reales, el producto artístico no puede dejar de expresar su sociedad y época; pero no lo hace como reflejo o traslación ideológica, sino como expresión (o como intento de expresión) de un ser humano integral, buscando sintetizar lo particular y lo universal de esa época y sociedad. Autonomía que no se da fuera de la historia, sino a través de ella. Para seguir el ejemplo, se necesitaron las condiciones históricamente determinadas del “Renacimiento” para que el arte griego recuperase la vigencia que había perdido por siglos.

e)    Condicionamiento social y autonomía del arte no son “negaciones” o “polos opuestos”, ni pueden escindirse –ya sea concibiendo el desarrollo histórico del arte  como independiente de la sociedad, ya sea considerándolo como “etapas cerradas” de un “arte de clase” para cada época determinada-. “Sería infantil creer que cada clase puede producir por sí misma, de una manera total y plena, su propio arte(…).En general, la creación artística es una tarea hereditaria, continua. Cada nueva clase en ascenso se apoya sobre los hombros de la anterior. Pero esta continuidad es dialéctica, es decir se descubre en forma de repulsiones y rupturas internas (…).La creación artística consiste siempre en un trastrocamiento complejo de las formas antiguas bajo la influencia de estímulos nuevos, nacidos fuera del arte” (5).




2. Arte y capitalismo.


a)    La producción artística solo puede desarrollarse plenamente como trabajo concreto, ligado estrechamente a la necesidad específica que busca satisfacer, donde lo primordial es lo cualitativo. Esto explica que las relaciones entre producción artística y las condiciones  sociales en que se produce se presentan bajo el capitalismo con un grado de contradicción que no conocieron las sociedades anteriores.

b)    El Capitalismo es ante todo producción generalizada de mercancías, donde todas las relaciones de producción  (incluida la básica entre capitalistas y asalariados) se presentan como operaciones de compra-venta, donde el fin de la producción (la satisfacción de necesidades humanas) esta totalmente desplazado por relaciones cuantitativas “entre cosas”. En el mismo trabajo productor, lo cualitativo es sustituido por lo cuantitativo, a través de la fragmentación del trabajo cuya máxima expresión es la industria. Esta forma de división del trabajo social, que  por un lado significó desarrollar las fuerzas productivas a un nivel inimaginable antes, por el otro ha llevado a la degradación de la principal fuerza productora, los seres humanos, en la forma de enajenación, empobrecimiento y deshumanización, en la medida que ese desarrollo se realizó en provecho de una clase.

c)    La tendencia histórica del capitalismo ha sido convertir en mercancía todo lo que toca, y en asalariados productores de plusvalía (o en ejercito de reserva, o marginales directamente hoy día) a los productores. “Así se explica uno que la producción capitalista sea hostil a ciertas producciones de tipo artística, como el arte y la poesía.” (6).  Reduciendo el producto artístico a mercancía, la actividad artística a producción de valores de cambio –y en más de una rama del arte, a trabajo asalariado- el capitalismo tiende a anular, a desnaturalizar, esa función social. Esta contradicción en las relaciones mismas de producción, no se había dado a tal punto en ninguna sociedad anterior. Siendo muchas las contradicciones que, por ejemplo, podía tener una artista en una sociedad feudal  (limitaciones ideológicas a la libertad, imposición de gustos de quien le encargaba la obra, etc.), el carácter artesanal del trabajo no significaba en sí mismo la negación de la creatividad, como en cambio sí pueden significar las conducciones de producción de, por ejemplo un actor que “hace bolos” en el cine o televisión, un músico que “acompaña”, etc.

d)    Esto marca la contradicción en que el arte se desarrolla bajo el capitalismo. “Desde un punto de vista general, el hombre expresa en el arte su exigencia de armonía y plenitud de la existencia, es decir de los bienes mas preciosos que le niega la sociedad clasista. Por ello toda obra de arte auténtica implica una protesta contra la realidad, protesta consciente o inconsciente, activa o pasiva, optimista o pesimista”.(7), que tiende a cumplir un papel desalienante, así fuera sólo por evidenciar las carencias de una sociedad alienante, en actividad alienada.


e)    Esto explica que bajo el capitalismo cada corriente artística nueva haya aparecido como una rebelión. Mientras la burguesía fue una fuerza social en ascenso, pudo  disciplinar y asimilar cada movimiento artístico <rebelde>, llevándolo al nivel del <reconocimiento> oficial”(8), en un proceso contradictorio, que combina la “presión y la exhortación, el boicot y los halagos, y que tras el <reconocimiento> se iniciara la agonía de ese movimiento artístico, y el surgimiento de un nuevo movimiento rebelde”.(9). De esta forma es que se desarrollaron del clasicismo al impresionismo, cuyos valores estéticos, por la vía de  esa asimilación  contradictoria, se generalizaron, incorporándose como “patrimonio” o “trasfondo” cultural  que han influido en la formación de la sensibilidad estética, hasta hoy inconcluso.


f)      Pero en la época del imperialismo y las revoluciones, cuando las contradicciones sociales se han agravado al máximo, el capitalismo no puede ofrecer las condiciones mínimas para el desarrollo de corrientes artísticas., ni siquiera en la forma limitada del pasado. La asimilación  asume un carácter mucho más contradictorio, por ejemplo en la forma de “moda” estética destinada a aumentar rápidamente, y por corto tiempo, las ganancias de “marchands”, “productores”, etc., como viene ocurriendo con la plástica del cubismo para acá, o con la música popular desde hace décadas. La hostilidad de la producción capitalista hacia el arte se ha convertido, en nuestra época, en negación de las condiciones para su desarrollo.


3. Arte y revolución.   

a)    Mientras las relaciones sociales del capitalismo sigan existiendo, dominarán –al igual que sobre todos los aspectos sociales- en el terreno de la producción artística, y todos los logros que se alcancen desde el arte mismo serán limitados y provisorios, permanentemente amenazados, y alcanzados a un costo personal (individual y grupal) cada vez mayor. De esto, nuestro caso concreto, la Argentina actual, lo ejemplifica no sólo con el cada vez mayor ahogo de las actividades artísticas más o menos independientes, sino con la liquidación de los que hasta hace algunos años contaban con un espacio social mayor.


b)    En esto radica el carácter objetivamente revolucionario de la actividad artística en nuestra época: en que mas allá de la voluntad o conciencia del artista, para el desarrollo pleno de su actividad se ha vuelto necesaria la transformación revolucionaria de las condiciones sociales. “El arte, que representa el elemento más complejo, el más sensible y , el mismo tiempo el más vulnerable de la cultura, sufre muy particularmente de la disgregación y putrefacción de la sociedad burguesa . Es imposible encontrarle salida a este atolladero por los medios propios del arte. Toda la cultura está en crisis, desde sus cimientos económicos hasta las más altas esferas de la ideología. El arte ni puede salir de la crisis, ni mantenerse al margen. No puede salvarse solo. Perecerá inevitablemente, como pereció el arte griego bajo las ruinas de la sociedad esclavista, si la sociedad contemporánea no logra transformarse. El problema tiene pues, un carácter totalmente revolucionario” (10).


c)    Esta necesidad objetiva hace del artista un aliado potencial de la revolución (y por lo tanto, lo vuelve potencial peligroso para la burguesía, como hemos aprendido de sobra en nuestro país). Sus intereses como creador están objetivamente opuestos al de la burguesía. Pero con esta oposición objetiva no basta. En la medida en que no se convierta en oposición consciente,  y que esa oposición encuentre una perspectiva política revolucionaria, el choque cada vez más duro contra las condiciones sociales adversas tienden a convertirse en causa de desorientación, escepticismo y  desmoralización.

4. Arte y política revolucionaria.   

a)    Una orientación política revolucionaria con relación al arte sólo puede partir, como principio, de reconocer la función social propia de la actividad artística, y de la más amplia libertad que esta requiere para poder desarrollarse. Arte y militancia política responden a funciones distintas, son otros sus medios y objetivos. Cuando se alcanzase el objetivo de la militancia revolucionaria, la sociedad sin clases, y por lo tanto haya aquella cumplido su función histórica, la actividad estética no sólo seguirá siendo necesaria, sino que recién entonces contara con las condiciones para desarrollarse plenamente. La función del arte no es orientar a la clase obrera hacia y durante la construcción del socialismo, sino la de plasmar, sublimados y amplificados, los sentimientos y aspiraciones humanas. Es sólo siendo fiel a esa función y a sus propios medios que puede cumplir un papel desalienante, revolucionario, al evidenciar las profundas contradicciones sociales y personales  de nuestra época, alzando “contra la realidad, insoportable, las potencias del mundo interior, comunes a todos los hombres” (11).
Militancia revolucionaria y producción artística no pueden sustituirse entre sí, del mismo modo que la alimentación y actividad sexual no son sustitutivas. Ni aún cuando se ponen conscientemente al servicio una de otra pueden imponerse sus métodos o tareas. Para el militante revolucionario, como para cualquier mortal, sus necesidades estéticas solo pueden satisfacerse artísticamente; y para el artista, como para cualquier otro mortal también, la necesidad de transformar las condiciones sociales requiere de una militancia política.

b)    El eje principal de toda política revolucionaria en relación al arte es la lucha para lograr la total libertad que requiere la creación intelectual. El principal de “toda licencia en arte” muchas veces nos parece considerarse perogrullescamente: nadie puede crear plenamente amordazado o con una pistola en la cabeza. Pero la exigencia de la total libertad de creación no es solo un reclamo a levantar ante las formas más sutiles o más brutales de censura y persecución política. Ser consecuentes con este principio es ante todo enfrentar las actuales condiciones sociales de producción. La libertad de creación es negada por el capitalismo, desde el momento que la posibilidad misma de crear le es negada a la inmensa mayoría de la humanidad, y que el ate y la ciencia son convertidos en producción de mercancías. El trabajo intelectual que debe producir valores de cambio no es libre, ni aún en la más amplia democracia burguesa imaginable. Cuando exigimos “toda licencia en arte”, no solo nos estamos oponiendo a toda forma de censura; estamos planteando la necesidad de terminar con el modo de producción capitalista.

c)    Al mismo tiempo, significa oponerse a todo intento de disciplinar la producción artística. “Un poder auténticamente revolucionario no puede ni quiere darse la tarea de dirigir el arte, menos aún darle órdenes ni antes ni después de la toma del poder. Semejante pretensión solo ha podido ocurrírsele a una  burocracia ignorante, impúdica, ebria de omnipotencia, que se ha convertido en la antítesis de la revolución. El arte, como la ciencia, sólo no buscan dirección que por su propia naturaleza, no la pueden soportar” (12).

d)    Esta negativa desde el marxismo a pretender “dirigir” el arte no es ni desinterés ni “eclecticismo”, sino  -como en toda política marxista consecuente – reconocimiento de las leyes objetivas  del desarrollo social y su expresión histórica actual. “Si para desarrollar las fuerzas productivas materiales, la revolución tiene que erigir un régimen socialista de plan centralizado, en lo que respecta a la creación intelectual debe desde el mismo comienzo establecer y garantizar un régimen anarquista de libertad individual.” (13). “La creación espiritual necesita de la libertad. La idea comunista que persigue la sumisión de la naturaleza a la técnica y de la técnica al plan para forzar a la materia a dar al hombre todo lo que necesita y mucho más, tiende a un fin más alto, que es el de liberar para siempre las facultades creadoras del hombre de todas las trabas, dependencias o imposiciones. Ni las relaciones personales, ni la ciencia, ni el arte, tendrían que sufrir un plan impuesto. La creación espiritual, ¿será individual o colectiva y en qué medida? Esto dependerá enteramente de los creadores”. (14) Creadores que la “idea comunista” es que sean todos los seres humanos (15).


e)    La acción política revolucionaria no anula las leyes objetivas del desarrollo histórico, sino que, por el contrario, es su aplicación consciente para transformar la sociedad. Al reconocer la necesidad objetiva de la más amplia libertad para la producción intelectual, se está aplicando su ley de desarrollo desigual, para ver qué papel le cabe a un “poder auténticamente revolucionario” en este terreno. Su tarea “cultural” específica es, ante todo, la lucha por sentar las bases que hagan posible una nueva cultura: que la clase obrera tome el poder y construya el socialismo. Sin esto no habrá otra cultura que la cada vez mayor barbarización capitalista. Inseparable de esta tarea es el ayudar e impulsar a que todos los sectores objetivamente opuestos al capitalismo se movilicen contra él., hagan consciente esa oposición y se sumen a esa lucha política con una orientación y perspectiva revolucionaria. Si políticamente busca orientar y organizar, qué, cómo, con qué métodos, formas o contenidos, han de crear artísticamente es algo que un partido revolucionario no puede ni quiere determinar. “El partido (…que) prepara el terreno conscientemente, paso a paso, para una nueva cultura y, por consiguiente, para un nuevo arte”, no tiene por función reemplazar al conjunto de la sociedad en la construcción de esa cultura.

f)      Un partido auténticamente revolucionario defiende los intereses históricos de la clase trabajadora, y en cuanto tal, como partido, “en ningún caso puede adoptar las posiciones de un círculo literario que está combatiendo a otros” (16), intentando imponer una estética determinada, actuando de “promotor” o “mecenas” de grupos o corrientes estéticas, etc. Su tarea específica es la lucha permanente para que existan condiciones sociales y políticas que garanticen la más amplia libertad de creación intelectual, no sólo a los creadores de hoy, sino a la inmensa mayoría de creadores potenciales, y perdería esa perspectiva histórica y de conjunto ni bien actuase con “espíritu de círculo” o de “academia”. La síntesis de su política sigue siendo la expresión que Bretón y Trotsky propusieron: “Lo que queremos es: la independencia del arte, para la revolución; la revolución, para la liberación definitiva del arte.”
 Diego Guidi
  
Notas

(1)   K. Marx. Manuscritos de1844
 
(2)   Idem .Grundrisse T1
      (3)   Idem  . Historia crítica de la teoría de la plusvalía, T1
      (4)   Idem  Grundrisse T1
      (5)   L.Trotsky: Literatura y revolución.
      (6)   K. Marx : Historia Critica
      (7)   L.Trotsky: Arte y revolución
      (8)   Idem: Id
      (9)   Idem: Id
      (10) Idem: Id
(11) Idem y A. Bretón: Manifiesto…
 
(12) Ïdem: Arte y revolución
 
(13) Idem y A. Bretón: Manifiesto…
 
(14) Idem : La revolución traicionada
 
(15) K. Marx y F. Engels: La ideología alemana
 
(16) L. Trotsky : Literatura y revolución.



Este texto fue publicado en la Revista Manuscritos Nro. 6, de Junio de 1990. La Revista Manuscritos era una publicación del Frente de Artistas del MAS. En la presentación del artículo figuraba el siguiente texto:
“Entre Enero y Marzo pasados, en Manuscritos preparamos un curso de estudio de las tesis marxistas básicas sobre el arte. Sus lineamientos generales fueron presentados como ponencia a la Primera Bienal de Arte Alternativo – Tomarte – Rosario, en una síntesis más que apretada. El texto de esa ponencia es el que publicamos a continuación, como anticipo a una reelaboración del curso, que esperamos poder completar y editar en los próximos meses”.

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