jueves, 15 de septiembre de 2011

EL FRENTE CONTRARREVOLUCIONARIO EN EL ARTE


 Por: Andrés Pectro. 
Técnico de Sonido y Grabación / Compositor y Productor Artístico

 Ya casi cumplida la primera década del siglo XXI, podemos afirmar que no surgió todavía ninguna vanguardia o nueva tendencia artística de relevancia. En ninguna rama del arte se vislumbra algo que rompa el estancamiento, que patee el tablero, que pueda marcar un nuevo camino renovador  en el cual las creaciones no sean simples variaciones intrascendentes de obras ya compuestas.
    Esto no quita que no haya artistas que lo intenten, incluso que logren una calidad artística meritoria, pero en realidad  resulta muy difícil encontrar algo que sorprenda, que atrape fuertemente, que represente una ruptura con la codificación existente ya tan agotada.
    Esto se ve claramente en la pintura, la fotografía, en el cine, la música, en todas las ramas del arte.  Por ejemplo, en la música, el rock (en su sentido más amplio podemos considerarlo el estilo mas popular a nivel mundial), que en las últimas décadas había sido el género más dinámico en cuanto a cambios y evoluciones, hoy  sufre una parálisis hasta el punto de haberse vuelto ya un producto absolutamente conservador, y esto vale también para todos sus subgéneros (desde el metal a la electrónica, y todas las infinidades de subvariantes y fusiones que existen). Si en los ´90 surgían grupos como Nirvana, Radiohead, Korn, Chemical Brothers, Bjork y un montón más inclusive a nivel nacional, cada uno (más allá de las preferencias individuales) con una nueva personalidad musical, ¿Han surgido nuevos referentes desde que comenzó el nuevo milenio?
    Podríamos pensar que me he convertido en un viejo carcamán que desprecia todo lo nuevo y eso me imposibilita de disfrutar cosas frescas, pero observando fríamente e intentando ser lo mas objetivo posible, tampoco se ve en las nuevas generaciones un gran interés por los nuevos artistas, lo cual nos podría llevar a pensar la posibilidad de que hayan perdido interés en la música. Para refutar esto sin embargo basta ver que los adolescentes en muchísimos casos sí tienen interés en la música, y  por eso recurren a autores de décadas anteriores. Esto no significa que no existan algunos casos aislados de nuevos artistas innovadores, pero comparativamente en cantidad y calidad muy inferior al pasado.
    ¿Qué pasó? ¿El postmodernismo y su “fin de la Historia” está paralizando el arte?¿Se trata de una cuestión meramente circunstancial y es sólo una etapa de transición?¿Es la opresión que genera el capitalismo mediante la mercantilización del arte provocando un periodo de estancamiento? ¿O es el reflejo de la situación sociopolítica mundial de falta de una nueva dirección transformadora?  Para responder debemos hacer un análisis abarcativo y no unidimensional, es decir, tratar de ver todos los múltiples factores que forjan la realidad, y en qué grado afectan.
   Como la práctica artística es la objetivación de nuestra subjetividad humana, el arte esta condicionado por el contexto social y político, pero no está determinado: no es una relación simple y directa. Esto significa que frente a un sistema social en crisis decadente y sin polos políticos alternativos fuertes, el mundo del creador artístico se ve afectado, se dificulta la posibilidad de imaginar realidades diferentes, se empaña la visión de rupturas sustanciales al actual estado de las cosas. Pero tampoco es imposible que haya quien logre (consciente o inconscientemente) despojarse de ese conservadurismo y escepticismo frente a un mundo conflictivo, e incluso sea capaz de reflejar la opresión y las contradicciones que afligen al ser humano. Históricamente, el arte ha demostrado tener una autonomía, pero que se da siempre dentro de un contexto social e histórico.
      La crisis del sistema capitalista y la falta de una nueva dirección política de peso influencian en la conformación de una nueva vanguardia artística, pero no es el único factor. El capitalismo, a su vez, va limitando los espacios de creación genuina. “La relación entre producción artística y las relaciones sociales de producción se presentan con un grado de contradicción que no se conocieron en sociedades anteriores” (1).  La tendencia histórica del capitalismo es a convertir en mercancía todo lo que toca. “Así se explica uno que la producción capitalista sea hostil a ciertas producciones de tipo artística, como el arte y la poesía.” (2).  Reduce el producto artístico a mercancía, la actividad artística a producción de valores de cambio –y en más de una rama del arte, a trabajo asalariado- el capitalismo tiende a anular, a desnaturalizar la función social de la practica artística.
   La gran mayoría de las corrientes artísticas nuevas que surgen en el capitalismo aparecen como una forma de rebelión. Esto es porque “Desde un punto de vista general, el hombre expresa en el arte su exigencia de armonía y plenitud de la existencia, es decir de los bienes mas preciosos que le niega la sociedad clasista. Por ello toda obra de arte auténtica implica una protesta contra la realidad, protesta consciente o inconsciente, activa o pasiva, optimista o pesimista¨(…)¨Mientras la burguesía fue una fuerza social en ascenso, pudo disciplinar y asimilar cada movimiento artístico `rebelde´, llevándolo al nivel del `reconocimiento´ oficial” (3) en un proceso contradictorio, que combina la “presión y la exhortación, el boicot y los halagos, y que tras el `reconocimiento´ se iniciará la agonía de ese movimiento artístico, y el surgimiento de un nuevo movimiento rebelde”.(4) . Esta asimilación asume ahora un carácter mucho más contradictorio, por ejemplo en la forma de “moda” estética destinada a aumentar rápidamente, y por corto tiempo, las ganancias, como viene ocurriendo con la plástica desde el cubismo para acá, o con la música popular desde hace décadas.
  En la actualidad, cuando las contradicciones sociales se han agravado al máximo, el capitalismo ha dado un paso más, al reducir las condiciones mínimas para el desarrollo de corrientes artísticas, profundizando las limitaciones La hostilidad de la producción capitalista hacia el arte se ha convertido, en nuestra época, en negación de las condiciones para su desarrollo. Cada vez el mercado cultural apunta a lo que esta `probado´, `lo que funciona´ en términos económicos, logrando un gran control conservador tendiente al monopolio que limita  los espacios por fuera que permitan el surgimiento de la nueva vanguardia.
      Para bajarlo a tierra, en el caso de la música, la degradación que produce el capitalismo se refleja fuertemente hasta en cuestiones técnicas: en la masterización, el Álbum se somete a un grado tan alto de compresión del rango dinámico del audio para competir en el mercado (para dar una percepción de mayor volumen), que termina atacando severamente la apreciación de la composición musical (perdiendo profundidad y detalles de mezcla) y genera fatiga al oído. Teniendo en cuenta los avances tecnológicos que ha habido para la grabación y para la producción sonora, en vez de traducirse en un avance que mejora la herramienta para plasmar el arte, por la presión de las `reglas´ del mercado, termina convirtiéndose en una limitación feroz para la libertad y la creación del compositor.
    Otro factor técnico que se ve afectado por el mercantilismo es el de la calidad de los equipos de audio. Desde la invención de los sistemas de reproducción y amplificación modernos en el Siglo XX, se ha ido perfeccionando la calidad del audio reproducido década tras década, hasta llegar a un nivel muy alto de fidelidad en los `80. Pero a partir de los `90 esta curva evolutiva empieza a descender. Los fabricantes de sistemas de audio se dan cuenta de que les es más redituable fabricar equipos menos durables y de menor calidad sonora, pero con un diseño mas llamativo. De esta manera logran reducir costos de fabricación y por la menor vida útil del producto, aumentan el consumo. Cualquiera que conserve un buen sistema de amplificación (parlantes y potencia) de los 80 y le adapte sistemas de reproducción actuales como un CD o un reproductor de MP3 puede comprobar que tiene en sus manos un nivel muy superior de fidelidad de audio al de un minicomponente moderno. Esta involución en la calidad de los sistemas de audio afecta a la apreciación de una composición musical y en consecuencia también a los compositores mismos. Es como si los pintores se quedaran sin galerías lo suficientemente iluminadas como para exponer sus obras correctamente. Seria muy difícil poder apreciarlas y descubrir nuevos artistas talentosos.
       Otro hecho muy importante a tener en cuenta es que todavía estamos pagando caro el rol que ha jugado el estalinismo con el arte: Stalin y su caricatura de comunismo entendieron muy bien el valor subversivo de las corrientes artísticas más renovadoras. La imaginación creadora como principal arma de la revolución, “lo nuevo que tiene que mostrarnos esta obra es que la revolución siempre es una revolución estética. Meyerhold o Stalin. No sé cuál de ellos fue el que pudo ver primero la peligrosidad de la imaginación y la creatividad reventando violentamente en una improvisación teatral, la idea surgiendo como un parto, esta mayéutica de la irracionalidad” (5)  
. Es conocido el grado de represión y censura (directa o indirecta) que ha aplicado a las expresiones artísticas  mas profundas y artísticamente revolucionarias, mediante el dogma del `realismo socialista´ y la teoría de `arte proletario y `arte burgués´. Al igual que en el plano político, en el plano del arte ha habido un frente contrarrevolucionario de censura que unió al estalinismo con el capitalismo. A pesar de esta represión, habían logrado surgir, hasta no hace tanto, nuevas tendencias innovadoras, la fuerza creativa había aprovechado los huecos libres para la rebeldía. Pero a pesar de haber caído ya el estalinismo, ha dejado huellas profundas incluso en las nuevas direcciones revolucionarias que se proclaman antiestalinistas. La izquierda revolucionaria mundial sigue arrastrando una cultura conservadora, sectaria y hasta reaccionaria para con el arte. Esto le quita a las vanguardias artísticas un punto de apoyo importante que permitiría retroalimentarse con los revolucionarios.
   Para ejemplificar esto expongo el caso de la música electrónica (aunque existen muchos ejemplos más)(6): es muy común que los activistas de izquierda la caratulen como una música burguesa (o pequeño burguesa), cayendo tristemente en la reaccionaria hipótesis estalinista de la existencia de un arte burgués y arte proletario. Teniendo bien en claro que no existe tal división para el arte (ni para la ciencia) es interesante ver cómo estos prejuicios  parten de un desconocimiento real del género, ya que los compositores de esta tendencia musical que supo tomar fuerza a mediados de los `90 tienen en general una inclinación hacia izquierda: Chemical Brothers, Air, Massive Attack, Gorilaz (7) entre otros. Mas claro es todavía el caso de subgéneros como el Digital Hardcore, con su mas emblemática banda Atari Teenage Riot  donde el discurso es ultra combativo, al igual que en el caso del Sello discográfico `Combat Records´ que agrupa a cientos de artistas del Drum&Bass. Asimismo existen eventos con una clara estética y contenidos revolucionarios.
     No pretendo con esto insinuar que todo aquel que se autoproclame revolucionario deba apreciar o apoyar cualquier nueva tendencia artística, pero al menos debe romper con los prejuicios, con el sectarismo y abrir su cabeza quitándose de encima viejas concepciones conservadoras propias del estalinismo. No solo quizás pueda ayudar al arte y a la revolución, sino darse cuenta de que se estaba perdiendo de disfrutar muchas cosas por su propia contradicción conservadurista.
    Frente a todas estas duras flechas que se clavan en el cuerpo mismo de la creación artística de la vanguardia, que la hieren y debilitan, parecería que la posibilidad de una superación está cerrada. Pero no creo que sea así, lo que no mata te puede fortalecer. Frente al vacío de dirección artística también se abre un espacio muy grande para ocupar. Es muy recurrente en el devenir social, que frente a mucho conservadurismo, la estática genera las condiciones para la explosión. Frente al hartazgo por lo existente, lo transformador es bien recibido por una parte importante, sedienta de nuevas ideas. Por otro lado, algunos avances tecnológicos facilitan la creación y difusión de la obra, como son la grabación digital, que permite que cualquiera pueda grabar de manera muchísimo más accesible en buena calidad, o la masificación de Internet que permite a los artistas  mostrarse gratis de manera completamente independiente (8), como es el caso de myspace (u otros) donde una banda nueva tiene el mismo espacio que Metallica o Madonna. .
      Lo que es muy importante tener en cuenta frente a los hechos objetivos, es cómo los sujetos nos desenvolvemos y luchamos para transformar la realidad, cómo nos quitamos los vicios estalinistas, los capitalistas, cómo generamos espacios alternativos, cómo nos organizamos para avanzar. Esto sin perder de vista  que nunca va a haber las condiciones necesarias para la libre composición artística y para su apreciación si no construimos una nueva sociedad con un socialismo democrático y libertario.

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